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Diario de viaje a Noruega e IndieFjord (Parte 2)

Foto del escritor: Cristina QuesadaCristina Quesada

Habíamos llegado a Oslo un miércoles por la mañana y nos fuimos a los fiordos el jueves por la noche. Decidimos coger la guagua nocturna porque al ser un viaje de 8 horas y media pensábamos que lo mejor era que fuera por la noche para poder dormir el trayecto entero, pero la verdad es que fue un error. No pudimos dormir nada, estábamos incomodísimos porque viajamos en una guagua de dos pisos y cogimos los asientos de delante del todo en la planta de arriba por las vistas, pero la verdad es que no teníamos nada de espacio para las piernas y encima también teníamos que llevar con nosotros el teclado, nuestras mochilas y la guitarra, que no cabían en la parte superior. La parada de media hora a las 2:30 de la mañana en una gasolinera fue surrealista, con gente comiendo perritos calientes (¿¿cómo te puedes comer un perrito caliente a las 2:30 de la mañana??) y granizados de color Pitufo mientras fuera todavía era de día porque en verano no anochece. Pese a lo incómodos que estábamos, la verdad es que pagar un poco más por los asientos delante del todo acabó mereciendo la pena. Las vistas cuando nos acercábamos a los fiordos eran impresionante, y las interminables horas de luz del verano también jugaron a nuestro favor para poder admirar el paisaje durante todo el trayecto.


Bjørke

Llegamos a la estación de Volda a las 6 de la mañana con el susto de que no encontrábamos mi maleta gigante llena de cosas importantes para los conciertos y yo entre el cansancio y el estrés de pensar que estábamos en el medio de la nada casi me pongo a llorar y amenazo con llamar a la policía mientras repetía “pero ¡quién se va a querer llevar una maleta tan pesada por Dios!” Al final la maleta apareció, alguien la había cambiado de sitio sin avisar. Fiuuu. Durante la semana que estuvimos en Noruega nos sentimos muy seguros, así que no tenía razón para pensar que alguien se la hubiera llevado a propósito, pero el cansancio podía con nosotros, jaja. Ni la conductora daba crédito, no sabía ni qué debíamos hacer si alguien se la hubiera llevado, en fin.


David, Andreas, servidora y Cristóbal a la espera de que comenzara la fiesta

Nos fueron a buscar en coche a Volda para llegar a Bjørke y fuimos los primeros en llegar al campamento en el que nos quedamos el fin de semana, junto con los demás grupos que tocaban en el festival. Esa mañana lo primero que hicimos fue dormir un rato, ducharnos y salir a hacer una compra de comida para el fin de semana. Después almorzamos y aprovechamos para dar un paseo. Decidimos aprovechar el maravilloso tiempo que hacía y el paisaje para grabar un par de acústicos con algunas canciones de Alpaca Sports (pueden escuchar uno de ellos aquí) y después nos preparamos para la fiesta de bienvenida. Nos reunimos todos en un puertito y cantamos un par de canciones en el karaoke (aquí pueden ver a Cristóbal cantando Like A Prayer y yo haciendo la coreografía) mientras esperábamos a que llegaran todos. Muchos de los grupos y de las personas que venían al festival venían en un barco que llegaba desde Alesund, así que nosotros estábamos expectantes en el puertito esperando a que llegara haciendo su entrada triunfante. Fue un momento chulísimo y nos reunimos con la familia de David y con amigos que hacía mucho tiempo que no veíamos. Esa noche nos fuimos pronto porque estábamos agotados (aunque la verdad, ¡pensábamos que eran las 9 o las 10 pero ya eran las 12! Lo de la luz aún nos tenía un poco despistados).

El PolarStar uniéndose a la fiesta

Al día siguiente el festival organizaba senderismo por la montaña hasta llegar a una cascada casi en la cima. El paseo lo lideraba IndieDad, que tenía algo más de 70 años. Lo pasamos fenomenal, pero sinceramente pensábamos (al menos yo) que iba a ser menos duro, jaja. La subida no fue mal del todo, si no fuera por el calor que hacía y porque a mitad de camino se me quedaron enterrados los pies en el barro y saque los pies sin zapatillas. Se pueden imaginar como acabaron los zapatos y mis pies. Cuando llegamos a la cima me uní a los demás y me di un chapuzón en uno de los charquitos que se formaba con agua de la cascada, aunque apenas aguantaba dentro del agua porque a los segundos dejaba de sentir el cuerpo de lo fría que estaba (al fin y al cabo, era nieve derretida). Aprovechando que las zapatillas estaban asquerosas y que había muchas piedras en el charquito, decidí sumergirme con las zapatillas puestas. Un grave error, porque, como se podrán imaginar, en la bajada iba resbalándome por todas partes y casi bajo la montaña de una vez y de culo. Mis consejos para una excursión de senderismo como esta son: llevar zapatos cómodos pero que no te importen demasiado; llevar unas nailas o cangrejeras para meterte en el agua; llevar un pantalón largo para no picarte con las plantas y que no te piquen los insectos (en los países nórdicos suele haber garrapatas en el verano, así que hay que tener mucho cuidado con eso); llevar algún repelente de insectos para la piel; y llevar una botella de agua para beber y que puedas rellenar en la cima si el agua de la cascada es bebible (en nuestro caso sí lo era). Cuando llegamos abajo nos volvimos a dar un chapuzón pero esta vez en el fiordo, y nos pareció que el agua estaba mucho más calentita que la de arriba (pero en realidad seguía estando fría).


La prueba (en forma de captura de un vídeo en muy mala calidad) de que me bañé en uno de los charquitos de la cascada.

Esa misma tarde yo daba mi concierto, así que se pueden imaginar el cansancio que tenía. Pero esto se vio compensado por toda la gente tan guay que había en el festival.


Foto de Heinz Brossolat

Esa misma noche también tocaron The Royal Landscaping Society y The Chesterfields entre otros grupos. A The Chesterfields hacía años que no los veía, así que fue muy guay volver a hablar con ellos y escucharlos. A The Royal Landscaping Society tampoco los escuchaba en directo desde antes de la pandemia, pero al menos ya habíamos tenido tiempo de ponernos al día a lo largo de la semana.


The Royal Landscaping Society

El domingo era el último día del festival y por la mañana pudimos ver varios conciertos acústicos al aire libre, como el del grupo noruego Selma, que me encantó. También pude ir a una tiendita de segunda mano muy bonita en la que encontré una falda-peto violeta hecha a mano que era de mi talla y que estaba esperándome. Aparte, también compré unas medias de señora y una novela romántica (ambos de los 80, creo), simplemente porque me gustaron los diseños.


Ese mediodía almorzamos unas hamburguesas en el barco (el que esperábamos que llegara de Alesund la primera noche) y fuimos directos a la prueba de sonido y a prepararnos para tocar de nuevo.


Compras kitsch


El domingo lo pasamos genial porque, como tanto Cristóbal y David como yo ya habíamos tocado con nuestros grupos el día anterior, el domingo ya estábamos mucho más liberados y con ganas de pasarlo bien en el concierto de Alpaca Sports. Esta vez Cristóbal tocó la guitarra eléctrica, David el teclado, y Andreas tocaba la guitarra acústica y cantaba y yo hacía voces también y percusión pequeñita (maracas).




Alpaca Sports. Foto de Heinz Brossolat

Al día siguiente nos fuimos del Indiefjord con muy buen sabor de boca porque lo pasamos fenomenal, conocimos a gente nueva y nos reecontramos con amigos que hacía años que no veíamos, especialmente desde antes de la pandemia. Todo esto además adornado con la guinda del pastel, que fue poder disfrutar de un fin de semana en un paisaje precioso y con muy buen tiempo (según nos contaron, el año pasado llovió durante todo el festival, así que realmente tuvimos mucha suerte).



Nos fuimos de Bjorke el lunes por la mañana. Esta vez cogimos la guagua de por la mañana y el trayecto fue muchísimo mejor que el nocturno de ida. Pudimos dormir un poco pero también mirar el paisaje y básicamente hacer lo que se hace en esos trayectos larguísimos: leer, ver Netflix, estar con el móvil, etcétera. Hicimos la parada de media hora a las 14:00 e intentamos comprar algo de almorzar en la gasolinera, pero no tenían absolutamente nada vegetariano, así que fuimos corriendo (literalmente) al Burger King que nos encontramos en un polígono industrial que estaba al lado y terminamos comiéndonos unos nuggets vegetarianos y unas papas fritas en la guagua y no pedí helado porque no daba tiempo. Realmente lo sentí mucho por los demás que estaban en la guagua porque el olor a comida rápida es lo peor. Pero al mismo tiempo, yo en el viaje de ida tuve que aguantar el olor a perritos calientes a las 3 de la mañana, así que bueno, así es la vida.



Llegamos a Oslo por la tarde y volvimos a pasar la noche ahí, pero esta vez no tuvimos tiempo de ver nada de la ciudad y estábamos tan cansados que ni siquiera podíamos movernos (sobre todo sabiendo la que nos esperaba en los siguientes días). Al día siguiente, el martes, cogimos de nuevo la guagua para irnos a Gotemburgo, llegamos por la tarde, sobre las 5, y tuvimos que apresurarnos a deshacer las maletas, lavar ropa y volverlas a hacer porque a las 4 de la mañana del miércoles (es decir, en 13 horas) teníamos que estar en el aeropuerto para viajar a Canarias. Como podrán entender, cuando llegamos a Fuerteventura necesitamos tres días para recuperarnos y asimilar el viaje.


Nos quedamos con muchas ganas de volver, aunque espero que la próxima vez también podamos ir a ciudades más grandes como Alesund o Bergen <3 ¡Ah! Aquí pueden ver un pequeño vídeo resumen del viaje completo :)


¡Muchas gracias por leer hasta aquí!


Cristina

 
 
 

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